Bruxismo
Botox, un tratamiento eficaz contra el bruxismo.
La toxina botulínica ha demostrado gran eficacia en el tratamiento de las distonías (cervicales, oromandibulares, faciales, etc.), el estrabismo, las migrañas o la sudoración excesiva en axilas, pies o manos, entre otras. Una de las dolencias que más recientemente se han beneficiado del bótox es el bruxismo.
Se denomina bruxismo al rechinar o apretar de dientes de forma involuntaria. Aunque en sí misma no es una dolencia grave, se trata de un desorden funcional bastante frecuente que puede tener efectos nocivos sobre otros aspectos de nuestra salud, como dolor de cabeza, insomnio, dolor dental, muscular y de oído, depresión, problemas dentales y de masticación, etc.
Hasta ahora no conocemos del todo qué causa el bruxismo, pero sí sabemos que está asociado a situaciones de estrés o problemas emocionales, y también puede tener relación con la enfermedad periodontal, la postura al dormir, la mayor o menor capacidad de relajarse o factores genéticos.
Hasta hace poco, el principal tratamiento para combatir sus síntomas consistía en la colocación de unos protectores bucales o aparatos (férulas) para el tratamiento del rechinamiento y apretamiento de los dientes y de los trastornos de la articulación de la mandíbula. Aunque resultan eficaces, no son muy cómodos para el paciente, en especial a la hora de conciliar el sueño.
La toxina botulínica se aplica de forma ambulatoria con pequeñas inyecciones en los músculos masticadores de la mandíbula. Esto reduce sus contracciones involuntarias, pero sin afectar en absoluto a la capacidad de masticar. Aproximadamente 72 horas después, el paciente ya nota sus efectos, que pueden prolongarse entre cuatro y seis meses después de la sesión, lo que sin duda es una enorme ventaja sobre otros tratamientos como las férulas que requieren su uso diario